Dicen que el que busca encuentra y eso nos pasó en Costa Rica pero de manera indirecta. En la capital, San José, intentamos contactar con una asociación LGTBI con énfasis en el colectivo lésbico. Tras varios mensajes y demasiadas preguntas paranoicas, prácticamente dejamos por imposible la visita planeada, aunque algo bueno sacamos de ello. En su Facebook anunciaban una charla que se daría esos días en la universidad de Costa Rica sobre el derecho de las mujeres a decidir qué hacer con su cuerpo, y más concretamente su derecho al aborto. El anuncio nos pareció irresistible para conocer más sobre las féminas costarricenses y allí que nos plantamos el día indicado.
Cinco eran las ponentes de diferentes colectivos y cuatro las que encarrilaron la charla la primera media hora hasta que apareció la quinta ponente. Una profesora de la universidad visiblemente cansada y desubicada ocupó la última silla y comenzó su personal festival de gestos y ademanes. La charla era muy interesante, pero no voy a negar que estábamos locas porque le llegara el turno a la personaja que acababa de aparecer.
Cuando llegó el momento, no defraudó. Habló de su experiencia y fue así como nos enteramos de su historia.
Lesbiana reconocida, hacía poco más de un año que había sido mamá junto con su novia y el papá del bebé. Claro, este último dato no hizo más que avivar nuestra curiosidad: ¿el papá del bebé? Al parecer, el padre de la criatura juega un papel igual de importante que el de las mamás en la crianza, y los tres se reparten las tareas tan ricamente.
El momento del parto fue anecdótico ya que en la sala solo podía permanecer una persona con ella y por supuesto ninguna de las dos partes quería perdérselo. Estando en una clínica privada y a fuerza de talonario todo quedó en una pequeña trifulca, y aquí abrió otro debate interesante.
—Reconozco que gracias a mi posición social tengo las cosas más fáciles.
Cuando llegamos a un país en el que la homosexualidad todavía es tabú, pensamos que encontraremos chicas lesbianas con historias horribles, probablemente marginales… ¿por qué? ¡Ojo! No estoy diciendo que la vida de la quinta ponente haya sido fácil, pero sí, y como bien dijo ella, el estatus social y por ende el dinero allanan el camino.
Todas las que estaban allí hablando de los derechos de las mujeres eran mamás, y todas a favor del aborto en un país en el que las violaciones en las zonas rurales NO son casos aislados, y hablar de sexo no está contemplado como parte del aprendizaje de las nuevas generaciones. Como resultado niñas y no tan niñas tienen que pasar por el trance de un embarazo no deseado que en muchas ocasiones es producto de la violencia.
Se habló de la relación entre el capitalismo y la obsesión de los gobiernos y del sistema en general, de controlar el cuerpo de la mujer, “la fábrica de la mano de obra”. De todas las maneras posibles de violencia, no solo física, que sufre la mujer. Del “derecho” a opinar de absolutamente todo el mundo que te rodea cuando estás embarazada. De los derechos de los homosexuales dentro de la familia. Éstas y otras muchas cosas se abordaron en la sala de la universidad.
Grandísima tarde la que vivimos que nos hizo pensar inevitablemente en los recortes del gobierno español sobre nuestros derechos, y también en la diversidad de posibilidades familiares.
Sin querer nos llegó la historia de la quinta ponente y así os la trasladamos sin florituras ni aderezos, tal cual, un report de Les viajeras, the patitas en el mundo.